Las familias de los guardias civiles de Canarias claman por que sean profesión de riesgo: «Somos la voz de su silencio»

Mujeres y padres de agentes fundan la plataforma Nuestro Corazón por Bandera para reclamar que se les dote de más medios materiales y humanos tras los asesinatos de Barbate (Cádiz)

Los representantes demandan que el Archipiélago sea zona de especial singularidad por el aumento de la inmigración

Nicolasa Morales, Mari Carmen Navarro y Elisabeth Vela, representantes de la plataforma Nuestro Corazón por Bandera en Canarias

Nicolasa Morales, Mari Carmen Navarro y Elisabeth Vela, representantes de la plataforma Nuestro Corazón por Bandera en Canarias / José Carlos Guerra

El 9 de febrero todo cambió. Seis guardias civiles uniformados, a bordo de una zódiac de cinco metros de eslora (ni siquiera una patrullera porque estaban averiadas), navegaron rumbo a la identificación de seis narcolanchas que estaban fondeadas en el puerto de Barbate (Cádiz) debido a la borrasca Karlotta. A las 20.20 horas salieron del puerto. Dos de ellos, nunca volvieron: fueron embestidos por una de esas embarcaciones dedicadas al tráfico de estupefacientes. Eran David Pérez, de 43 años y agente del Grupo de Acción Rápida (GAR), y Miguel Ángel González, de 39 y miembro del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS). Sus asesinatos supusieron un punto de inflexión.

Las gargantas que durante tantos años permanecieron calladas se pronunciaron. Clamaron contra la falta de medios, tanto humanos como materiales. La situación era un secreto a voces que por fin se desvelaba. «Un suicidio», calificaron la orden de enviar a David, Miguel Ángel y sus compañeros a luchar contra los narcos con los equipos «precarios» que tenían. Barbate fue el epicentro, el desencadenante de una ‘revuelta’ de familiares que se extendió por todo el territorio y, como no podía ser de otra forma, llegó a Canarias.

Nuestro Corazón por Bandera nació como un movimiento de mujeres, padres, hijos y maridos de agentes en el campo de Gibraltar pero pronto se convirtió en un movimiento nacional, una plataforma ciudadana sin ánimo de lucro constituida por familiares de guardias civiles y policías nacionales que buscan que su profesión se considere de riesgo. Barbate dejó claro que lo es. 

«Somos la voz de su silencio», sentencian Mari Carmen Navarro, Elisabeth Vela y Nicolasa Morales, tres de las representantes de la plataforma en Canarias. Son mujeres y madres (alguna también hija y nieta) de guardias civiles en el Archipiélago, en este caso, en Gran Canaria. 

«Barbate desencadena todo lo que estábamos cansados de callar», dicen. «Hasta ese momento nadie había tenido en cuenta a las familias. Ahora, Nuestro Corazón por Bandera es la voz de los guardias y los policías que no pueden hablar al enfrentarse a sanciones por su naturaleza militar», explican estas tres portavoces. 

Fue la mujer de uno de los compañeros de los fallecidos en Cádiz quien comenzó todo a las dos horas del doble crimen. «Dijo ‘basta’». Esa noche del 9 de febrero los familiares empezaron a movilizarse por WhatsApp. «En ocho horas, éramos más de mil personas en el chat», revelan. Tantas que ese mismo día se cerró el grupo y se dividió por provincias. Así nació Nuestro Corazón por Bandera, que ahora cuenta con 8.000 personas adheridas. En Canarias son, en el momento de la redacción de este artículo, 234 miembros. «En dos meses, ha sido como una pastilla efervescente, un crecimiento increíble», confiesan orgullosas.

Garantías

«Cada territorio tiene sus particularidades, pero la base de lo que reclamamos en toda España es que la Guardia Civil y la Policía Nacional se declaren profesiones de riesgo y se doten de más medios humanos y técnicos», afirman. Solicitan, además, que Canarias se considere zona de especial singularidad para poder garantizar la seguridad en las islas y, sobre todo, debido al aumento de la inmigración

Según los datos del Ministerio del Interior, en el primer trimestre de 2024 la llegada de migrantes africanos se ha incrementado un 502% respecto a los mismos meses de 2023. «¿Cómo hacer frente a esas cifras sin medios?», se preguntan. 

Funeral de uno de los guardias civiles asesinados por los narcos en Barbate, en febrero

Funeral de uno de los guardias civiles asesinados por los narcos en Barbate, en febrero / Efe

Mari Carmen, Elisabeth y Nicolasa hablan con conocimiento de causa. Lo viven en casa cada día. Mari Carmen es hija, nieta y mujer de guardias civiles. Su marido lleva 40 años en Tráfico; Elisabeth está casada con un agente con 15 años en el Cuerpo, ahora en el puesto de San Mateo, y los dos hijos de Nicolasa visten de verde, uno en la Comandancia de Las Palmas y el otro en Puerto Rico. «Lo único que queremos todos los que formamos parte de la plataforma es que regresen bien a casa después de cada servicio», subrayan.

 «Para nosotros es un orgullo su profesión, pero admitimos que es también un riesgo, porque son pocos y no tienen medios», añaden las tres representantes: «Por ello, reclamamos que salgan con garantías para hacer su trabajo; un trabajo que es vocacional».

Además del aumento de la inmigración –que denuncian que no hay medios para atender–, Mari Carmen, Elisabeth y Nicolasa hablan como algunos de los grandes problemas de Canarias, las agresiones de violencia de género y el cierre de los cuarteles rurales, muchos de ellos operativos solo por las mañanas, lo que dificulta dar una buena atención a la sociedad. «Con más personal, no pasaría. Pero no puedes quitar de un lado y poner en otro porque eso no soluciona nada...», cuentan. 

Respaldo jurídico

Ellas hacen referencia también a la frustración que en muchas ocasiones sienten sus maridos e hijos. «En ocasiones tardan en responder un aviso, pero tardan porque están en otro. Ellos saben que es urgente y aun así no pueden ir». De nuevo, el aumento del personal como solución. 

Las reclamaciones de la plataforma se centran también en la renovación del parque móvil, el respaldo jurídico y legal en las intervenciones y la mejora del material. En definitiva, dotarlos de los medios suficientes para que desempeñen su trabajo con seguridad y, sobre todo, garanticen la de todos los ciudadanos. 

El futuro de Nuestro Corazón por Bandera pasa (o eso quieren sus representantes) en llegar al Congreso para que sus peticiones sean escuchadas y se materialicen. «Sabemos que esto es una carrera de fondo, pero era momento de romper el silencio y que la sociedad fuese consciente de los problemas de los Cuerpos de Seguridad del Estado», concluyen. Y por ahora, en casi tres meses, ya son 8.000 los que los apoyan.